viernes, 4 de octubre de 2013

2 de octubre, no se olvida

“La lutte de l’homme contre le pouvoir est la lutte de la mémoire contre l’oubli”
Milan Kundera / Le Livre du rire et de l'oubli
Dice Milan Kundera que la lucha contra la tiranía es la lucha contra el olvido. No he leído su libro y no sé exactamente a que se refiere. En los años inmediatos al 68 el grito: 2 de octubre, no se olvida, tenía un significado claro y concreto. Un reclamo de justicia: castigo a los culpables y una explicación de que paso con los desaparecidos: vivos se los llevaron, vivos los queremos. A 45 años de la masacre ya no es tan claro que es lo que no hay que olvidar. Echeverría, Díaz Ordaz, Martínez Domínguez, Nassar Haro, muertos; la mayoría de las madres de los desaparecidos ya también idas. Es difícil, primero que todo, saber exactamente que paso. La evidencia disponible es de necesidad fragmentada, circunstancial, anecdótica. Entonces no es claro que es lo que debemos recordar. La matanza de Tlalteloco se convierte en una referencia abstracta a un crimen mas en una lista infinita.

Alrededor de las nueve de la mañana, desde su cuenta en Twitter @EPN, el presidente Enrique Peña Nieto publicó un mensaje sobre el tema: “Fue a partir del movimiento estudiantil de 1968 y las sucesivas reformas políticas, que hoy disfrutamos de un México plural y democrático”, escribió. Desde la cuenta @PresidenciaMX también se hizo alusión a la fecha: “Aniversario de los caídos en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, en 1968 pic.twitter.com/xmna4dJpfZ @EFEMERIDESMX”.

 Es equivoco pensar en la masacre como un paso necesario en el camino democrático. Si acaso un retroceso. Definitivamente un antecedente de la realidad de violencia e impunidad en que vivimos. Se pude rastrear, solo por dar un ejemplo concreto, el linaje de todos los carteles de la droga actuales a Nassar Haro.

La masacre de Tlatelolco es ante todo la acción de sicópatas y traidores a la patria. El caso emblemático de Sócrates Amado Campos Lemus, ilustra como el mismo gobierno fabrico las condiciones de inseguridad y violencia que uso como justificantes de la represión asesina. ¿Por qué? ¿Para qué? Creo que la respuesta es simplemente porque pudieron. El poder no como un medio, sino como un fin en sí mismo. Eso es lo que no debemos olvidar: Mientras dejemos impunes las aberraciones del poder, seguiremos padeciéndolas. Las tiranías son intrínsecamente débiles. Dependen siempre de la docilidad de las mayorías.