El nivel cultural en Estados Unidos es sorprendentemente bajo, sobre todo considerando que es un país desarrollado. Según un estudio sobre educación
(http://thelearningcurve.pearson.com/2014-report-summary/ ), en una escala donde Corea del Sur tiene una puntuación de 1.3, Estados Unidos tiene 0.4 puntos.
La población de Estados Unidos tiene ideas patéticas sobre la realidad, las ciencias, y la política. Por dar un ejemplo dramático, 46% de la población admite creer que el Universo tiene alrededor de diez mil años y que el ser humano apareció de repente en su forma actual. Muchos creen que las Naciones Unidas es una organización diabólica maquinando conquistar los Estados Unidos para instaurar un gobierno comunista. En este punto cabe puntualizar que por gobierno comunista se refieren a países como Canadá, que tienen programas de salud publica. Estas creencias las comparte la gran mayoría de la población, independientemente del nivel de educación.
Sería exagerado etiquetar a Estados Unidos como una dictadura; comparado con regímenes como el de Corea del Norte, Estados Unidos si es un país democrático con libertad de expresión. Pero la realidad es que socio-políticamente Gringolandia es una plutocracia bastante monolítica. Plutocracia (del griego πλουτοκρατία, ploutos 'riqueza' y kratos 'poder') es una síntesis crítica que se hace a la democracia, al sufragio universal y al parlamentarismo, pudiendo enunciarse como un sistema de gobierno en el que el poder lo ostentan quienes poseen las fuentes de riqueza.
Formalmente en Estados Unidos existen dos partidos que comparten el poder. En la práctica existe un sistema único de puertas revolventes, donde los ejecutivos de los grandes corporativos mundiales entran y salen de los puestos de gobierno. Para dar la ilusión de democracia y establecer posicionamientos de marca de cada partido politico, existe una campaña publicitaria continua donde se discute una pseudo-agenda de temas de interés sin más propósito que entretener y definir audiencias para fines mercadologicos. La temática publicitaria es compleja, irresoluble e imposible de delimitar, pero al mismo tiempo se compone de asuntos que no afectan los intereses de la Plutocracia. Temas como el matrimonio homosexual, o la legislación del aborto, o el bullying en las escuelas. No es que los temas privilegiados por los medios publicitarios no tengan una importancia intrínseca, pero no se trata de llegar a un acuerdo. Antes al contrario, lo que se pretende es un parloteo interminable que no lleva a nada. El método se pudiera resumir como La moral de las frases matonas.
Es por lo tanto muy triste y perturbador que estas campañas publicitarias sean absorbidas completas, inclusive con su nomenclatura, por la sociedad mexicana, tomándolas fuera de su contexto original, ya de por si viciado. El daño que esto hace es doble. Por un lado distrae de problemáticas urgentes, y por otro complica y perturba cuestiones ya de por si difíciles, pero que ya estaban controladas, y se cae en el retroceso.
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