jueves, 24 de septiembre de 2015

La construcción


En una antigua e importante ciudad europea, cierto día en el medievo, paso un peregrino por una construcción. Se acercó el peregrino a un primer albañil y tras saludarle le preguntó con curiosidad sobre lo que estaba haciendo. Casi sin mirarlo, algo molesto ante quien pregunta lo obvio, el albañil le dijo que estaba poniendo ladrillos.

Se acercó el peregrino a un segundo hombre al que también le preguntó sobre lo que estaba haciendo. Este segundo hombre le dijo que estaba levantando una pared.

Aun tuvo curiosidad el peregrino para acercarse a un tercer hombre que estaba unos metros más allá y tras saludarle también le pregunto sobre qué era lo que estaba haciendo. Este tercer hombre, miró con entusiasmo al peregrino y le dijo: estoy construyendo una hermosa catedral.

Día a día se nos pasa la vida en labores cotidianas. La felicidad es un cualidad del presente infinito: aquí y ahora  son el único momento y lugar donde podemos estar. La decisión de que hacemos está más o menos limitada por nuestra circunstancia, pero la decisión de como lo hacemos, nuestra actitud, esta definida por nuestro nivel de conciencia, y esta decisión tiene un gran impacto en la calidad de nuestro trabajo y la satisfacción que sentimos al hacerlo.

Los expertos en felicidad, que hoy por hoy es toda una industria, recomiendan enfocar las tareas laborales en términos de vocación. ¿Cuál es la vocación que le da sentido a mi vida?

El centro de mi vida hasta ahora ha sido una curiosidad infinita que todo lo quiere entender. Necesito refinar mi sentido de percepción, viveka, y vivir con empatía y generosidad. Plasmar y compartir mi entendimiento del mundo y contribuir a que una estrella de mar viva un día mas. Hacerle honor a las coplas de Machado:


He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas;
he navegado en cien mares,
y atracado en cien riberas.
En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra,
y pedantones al paño
que miran, callan, y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.
Mala gente que camina
y va apestando la tierra...
Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.
Nunca, si llegan a un sitio,
preguntan a dónde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,
y no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca.
Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra.





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