La
interjección es un tipo de enunciado en una lengua natural que expresa alguna impresión súbita, exclamativa o un sentimiento profundo, como asombro, sorpresa, dolor, molestia, amor, etc. Sirven también para apelar al interlocutor, o como fórmula de saludo, despedida, conformidad, etc.; por ejemplo:
- ¡Alto! Se usa como llamada enérgica imperativa.
- ¡Ay! Se emplea para expresar un sentimiento vivo.
- ¡Eh! Se usa para preguntar, llamar, despreciar, reprender o advertir.
- ¡Hola! Se usa como salutación familiar.
Por lo tanto, son semánticamente equivalentes a una oración completa, y expresan o describen elementalmente una acción sin estar
sintácticamente organizados, por ello puede considerarse que no son una parte de la oración (aunque algunos
gramáticos las incluyen en el inventario de clases de
palabras), sino que son
signos lingüísticos pregramaticales que desempeñan las tres
funciones del lenguaje según
Karl Bühler: expresiva, conativa y representativa.
Equivalen también a oraciones sin desarrollo las expresiones interjectivas del tipo
¡Cielo santo!;
¡Dios mío!;
¡Recórcholis!;
¡Rayos y truenos!;
¡Demonios!;
¡Cielos!; etc.