miércoles, 28 de agosto de 2019

Mujer que realizaba yoga cae de octavo piso

El día de hoy vi una nota muy extraña. Según la nota una joven mujer de 25 años, que supuestamente realizaba una rutina de yoga, cae del piso ocho en un edificio de San Pedro. La nota incluye una fotografía en la que la mujer se balancea boca abajo, sin sostenerse con nada, precariamente del barandal de un balcón en el octavo piso de un departamento. ¡Incomprensible! Me hace recordar la más de una ocasión en que yo he cometido actos que solo por suerte no acabaron con mi vida y que son inexplicables, el costo-beneficio no solo desproporcionado, sino actualmente simplemente actos inexplicables. En una ocasión, manejando por una calle en un cerro llena de curvas difíciles me incorpore de una lateral, y como es típico en el trafico de Monterrey, nadie me quería ceder el paso para dejarme entrar a la calle, logre adelantarme a un taxi y entrar en la avenida, el taxista acelero para cortarme el paso y yo acelere. Muy pronto estábamos corriendo a unos 160 km/hora en una calle donde ya 100 era inapropiado. En cuestión de segundos alcanzamos a los carros que iban delante y perdí el control del carro. De milagro no me mate, Fue un acto más allá de irresponsable, simplemente irracional. El pasajero del taxi denotaba en su cara la gravedad del asunto, pero el taxista estaba solo molesto de que le habían cortado el paso.

A nivel de sociedad estamos haciendo lo mismo, corriendo en manada hacia el desfiladero eco-social como lo ilustra la situación de la deforestación del mundo amazónico, pulmón y del mundo, y motor del sistema climático global. La destrucción de la selva amazónica pudiera provocar un colapso total del sistema climático actual que seria substituido por un nuevo régimen que nadie puede predecir. Las consecuencias pueden ser desde graves, pero dentro de parámetros manejables hasta apocalípticas, pasando por catastróficas.  Pero ese solo es un ejemplo.
Desde la perspectiva de la massa damnata, los efectos de nuestras acciones colectivas e individuales no son lo suficientemente evidentes e inmediatas para que la gente se involucre o entienda las consecuencias de sus actos. Sin embargo, a nivel del liderazgo político y económico, las elites tienen suficiente información para aquilatar la gravedad de la situación, pero lo que hacen es acelerar en una calle cerrada para que sus compadres no se les adelanten medio centímetro. Parece ser que la autodestrucción es una falla de nuestra programación evolutiva, que nos a permitido llegar a donde estamos, y que finalmente sera nuestra ruina,  que no podremos superar.

domingo, 4 de agosto de 2019

El mito de la huida de Quetzalcóatl a Tlillan Tlapallan

El acervo mitológico mesoamericano se puede interpretar a nivel simbólico o como una alegoría o la explicación del movimiento de los planetas.  Al difundirse por mesoamérica, todos estos niveles significativos se mezclaron y entrelazaron unos con otros. Por esto no es fácil su interpretación.

Tlillan-Tlapallan «Lugar del negro y el rojo» es un lugar legendario, donde Quetzalcóatl llegó en vuelo desde Tollan con el fin de quemarse y transformarse en la Estrella de la Mañana (Venus).
Esta historia se cuenta en un manuscrito del siglo XVI (el Códice Chimalpopoca) que contiene los Anales de Cuautitlán. Esta leyenda también es descrita por Bernardino de Sahagún en su Historia general de las cosas de la Nueva España. El nombre Tlillan-Tlapallan se ha interpretado como una referencia a la escritura y los libros.

Quetzalcóatl simbolizaba la INTELIGENCIA, la capacidad creadora benéfica del ser humano. Quetzalcóatl no era una simple serpiente que se arrastraban por los suelos, únicamente en pos de alimento y placer. Quetzalcóatl poseía la orla de la elevación sobre la bestialidad. Lo adornaba el plumaje de la altura cósmica. Era una SERPIENTE EMPLUMADA: Era el vencedor de su naturaleza instintiva, engrandecido por su sabiduría creadora. Este mito se puede resumir de la manera siguiente:

Quetzalcóatl reinó en Tula por muchos años, reformó la religión y fue estimado y tenido por dios.

Al envejecer, Quetzalcóatl tuvo que salir de Tula a causa de Tezcatlipoca. En unas versiones Quetzalcóatl decide irse, en otras es forzado.

Quetzalcóatl se dirigió hacia Tlillan Tlapallan, donde fue incinerado  y su alma se convirtió en estrella o cometa. En la versión de Sahagún, caminó hasta que llegó al mar, donde hizo una balsa y salió navegando al Tlapallan. Cuando se fue Quetzalcóatl todos sufrían, muchos lloraban. No querían que se fuera. Algunos decidieron seguirlo. Había tornado el camino que conduce al mar. Y hasta allí, pocos lo alcanzaron.

-¡Quetzalcóatl! ¿Por qué abandonas a tu pueblo?

-Voy a donde abunda la tierra de colores, a Tlapalan, a donde me llama el sol.

-¡Déjanos un poco más, tan siquiera, de tu sabiduría para emplumarnos y poder elevarnos como tú!

Y Quetzalcóatl contesto al mismo tiempo que llegaba a la orilla del mar y subía a una balsa formada de culebras emplumadas.

-He aquí como llegar a la sabiduría.

Y Quetzalcóatl, al borde del luminoso océano, tomó sus aderezos y se los fue revistiendo: su atavío de plumas de quetzal, su máscara de turquesas, y cuando estuvo aderezado, se prendió fuego y se convirtió en un esplendor infinito. Y es fama que cuando ardía, cuando iban a alzarse sus cenizas, vinieron a contemplarlo todas las aves preciosas de bello plumaje que conocen el cielo: la roja guacamaya, el azulejo, el tordo fino, el resplandeciente pájaro blanco...

Cuando ya no ardían sus cenizas, el corazón de Quetzalcóatl, transformado en azules luces inmensas, se instaló en el universo.

Como vemos, en este mito se habla directamente de la conversión de Quetzalcóatl en estrella o en el planeta Venus. Esta asociación parece ser muy probable. El país Tlillan Tlapallan ("lugar del negro y rojo") está en dirección del Este; Quetzalcóatl dice que va en dirección del Sol, al Tlapallan. Se dice que este lugar se hallaba en la costa del mar (al oriente). Los Anales hablan directamente de la estrella matutina y otras fuentes dicen una estrella o cometa, pero que tras ellos "se ha visto seguir pestilencias en los indios, y otras calamidades".

Por último, hay que apuntar que, según Sahagún, Quetzalcóatl caminando hacia el Sol, desapareció del mundo porque bajó al Mictlancalco (que quiere decir "el lugar de la casa de los muertos") y que denota el país de los muertos. Los Anales dicen que después de quemarse, el dios desapareció por 8 días (estuvo 4 días entre los muertos y "en 4 días se proveyó de flechas").

El relato de la huida de Quetzalcóatl a Tlillan Tlapallan ha sido generalmente percibido, desde una perspectiva histórica, como la destrucción y el abandono de Tollan, debido a la decadencia de los toltecas. Simbólicamente, la huida habría tenido lugar en el inframundo y la gesta del rey-sacerdote correspondería a su vejez, a su muerte como Sol, y a su renacer como estrella de la mañana. Asimismo, el mito habría fundamentado el protocolo ritual que regía las exequias de los gobernantes toltecas, mismo que heredarían los pueblos de Anáhuac. En el mundo náhuatl prehispánico la relación teocrática que existía entre el rey y el Sol, entre el mando terrenal y el mando celestial, parece haber generado paradigmas culturales que regían la vida y la muerte del máximo gobernante. Como Sol que era, el tlahtoani declinaba pasando el medio día, envejecía y moría en el poniente de su recorrido existencial. La senilidad del rey-Sol ponía en peligro la vitalidad de la nación que encabezaba y representaba, por lo que los toltecas, según Alva Ixtlilxóchitl, habían decretado que el rey no podía reinar (¿o vivir?) más de 52 años y que, llegando a este término, tenía que morir.

La huida de Quetzalcóatl, rey de Tollan y Sol poniente, correspondería a una toma de conciencia de su decrepitud, a su muerte, y a un periplo en el inframundo, hacia su renacer. En este contexto, el mito plantea el problema que representa la senectud del rey tolteca, justifica su muerte, describe su recorrido dentro del inframundo, la culminación que representa su incineración en Tlillan Tlapallan, Tlatlayan, su renacer como estrella de la mañana, así como la mimesis ritual, la cual fundamenta, según lo muestra el análisis, el protocolo ritual que se siguió después en las exequias de los señores mexicas.

Los reyes toltecas Chalchiuhtlanextzin, Ixtlilcuechahua, Huetzin, Totépeuh y Nacázxoc murieron después de haber reinado 52 años y es probable que no se trate solo de una coincidencia míticamente significativa, sino que la muerte infligida (otorgada) al rey envejecido era ritual. Al pasar de un ámbito narrativo épico a una liturgia teatro-ritual, esta gesta mortuoria fue conocida como la “ley de Topiltzin”.

El mito referido en el Códice Florentino bajo el título “De la huida de Quetzalcóatl”, del que existen múltiples variantes verbales y pictográficas, parece haber definido las distintas fases del ritual mediante secuencias narrativas que le conferían un sentido cosmológico. Este mito ha sido generalmente considerado desde un punto de vista histórico-geográfico como la huida real de Ce Ácatl Quetzalcóatl, su paso por Cholula y su llegada a la costa del Golfo de México.

Ximiximati, “conócete (a ti mismo)”. La toma de conciencia del rey está mitológicamente expresada mediante la secuencia en la que Tezcatlipoca le “da su cuerpo”, es decir, le presenta el espejo en el que se mira y constata la degradación fisiológica de su cuerpo envejecido: Al darle el espejo Tezcatlipoca, le dice: ximiximati, “conócete a ti mismo”. Conocerse es, en este contexto, más allá de la vejez, tomar conciencia de la finitud de la existencia, de la mortalidad del ser y de la necesidad de partir, es decir, de morir. En la versión del Códice Florentino, Quetzalcóatl describe el estado físico en que se encuentra: Ca cenca novian ninococova acan veli in nomac, in nocxic, vel çoçotlaoa in nonacaio, iuhqui ciciotomi “Por todas partes me duele. Ya no puedo mover mis manos, mis pies. Está agotado mi cuerpo, como que se desbarata”.

La necesidad de irse. Ya viejo, Quetzalcóatl tiene que dejar el poder, tiene que morir. Irá a Tlillan, Tlapallan, Tlatlayan donde aguarda un anciano. Ce tlacatl vmpa tlapia, ie vevetlacatl. Anmononotzazque, auh in iquac tioalmocuepaz, oc ceppa tipiltontli timuchioaz  “Un señor aguarda allá, un señor viejo. Ustedes conversarán y cuando regreses otra vez te volverás un niño”. En nuestra perspectiva hermenéutica, el señor viejo con el que “conversará” Quetzalcóatl es Huehuetéotl, el dios del fuego, o sea la pira funeraria, tlatlayan, donde arderá el cadáver del rey. Después de la incineración de su cuerpo, “se volverá un niño”.

“La negrura” parece haber formado parte de un núcleo conceptual amplio dentro de la religión mesoamericana.  Tlillan, “Lugar de la negrura”.

Una variante notable en el paisaje son los sitios de carácter acuático, que son también una manifestación de lo oscuro. La combinación de agua y negrura hace referencia a los tiempos primordiales y la gestación. en varias partes del mundo prehispánico existían centros ceremoniales —paisajes artificiales— conocidos como “Templos Negros”. Compartían una serie de connotaciones simbólicas asociadas, por una parte, al cielo nocturno, y, por otra, a la esfera terrestre y al inframundo. Lejos de ser un concepto espacial bien demarcado, el ámbito de Tlillan se traslapa con el del Mictlan, el “Inframundo”, y el Tlalocan, el “Lugar de Tláloc.”

Tlillan tlapalan, la tinta negra, la tinta roja, el negro, el rojo, la muerte, la vida, la obscuridad, la luz. La dualidad esencial de la vida y la sabiduría, el bien y el mal, dos caras de la misma moneda.

http://raices.com.mx/tienda/revistas-tlaxcala-AM139
Teotihuacan: Quetzalcoatl y su interpretación astronómica


Referencias


IWANISZEWSKI, S. (n.d.). LA INTERPRETACIÓN ASTRONÓMICA DE LOS MITOS. Consultado Agosto 4, 2019,  bibliotecadigital.ilce.edu.mx: http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen1/ciencia2/04/html/sec_8.html

Johansson, P. (2019, Agosto 2). VEJEZ, MUERTE Y RENACER DE CE ÁCATL TOPILTZIN QUETZALCÓATL.  Arqueología mexicana: https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/vejez-muerte-y-renacer-de-ce-acatl-topiltzin-quetzalcoatl-0

Sahagun, B. d. (2010). Historia general de las cosas de la Nueva España . México: Porrúa.  https://amzn.to/2YnIixn

superleyendas. (2015, Septiembre 16). Serpiente Emplumada.  Leyendas del mundo: http://www.leyendasdelmundo.com/tag/tlapalan/

weber.ucsd.edu. (n.d.). Quetzalcoatl. Agosto 3, 2019, weber.ucsd.edu: http://weber.ucsd.edu/~anthclub/quetzalcoatl/que.htm

Wikipedia. (2019, Mayo 8 ). Codex Chimalpopoca.  Wikipedia: https://en.wikipedia.org/wiki/Codex_Chimalpopoca

www.historicas.unam.mx. (n.d.). Tlillan o el “Lugar de la negrura”, un espacio sagrado del paisaje. Consultado Agosto 4, 2019,  www.historicas.unam.mx: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/revistas/nahuatl/pdf/ecn51/1017.pdf

sábado, 3 de agosto de 2019

La identidad mexicana y regia

«No habrá risa, excepto la risa triunfal cuando se derrota a un enemigo. No habrá arte, ni literatura, ni ciencia. Cuando seamos omnipotentes no necesitaremos más ciencia. No habrá ya distinción entre la belleza y la fealdad. Todos los placeres serán destruidos. Pero siempre, no lo olvides, Winston, siempre habrá el afán de poder, la sed de dominio, que aumentará constantemente y se hará cada vez más sutil. Siempre existirá la emoción de la victoria, la sensación de pisotear a un enemigo indefenso. Si quieres hacerte una idea de como será el futuro, figúrate una bota aplastando un rostro humano... incesantemente».

1984, O'Brien, p. 202.

George Orwell
En el proceso mediático y político de los Estados Unidos ha surgido como tema el racismo, expresado en los exabruptos de Donald Trump. La reacción popular y de los medios de comunicación ha sido la de considerar a Trump como un loco irresponsable y la obligada referencia al nazismo. Tal planteamiento pasa por alto que Trump no hace más que articular el sentir de por lo menos parte del pueblo gringo. Ignora también la endeble posición moral del gobierno mexicano, que no solo propicia con su corrupción e ineficiencia la pobreza endémica, sino que también permite y propicia un verdadero infierno para los hermanos centroamericanos que entran a México ilegalmente.

Los argumentos y expresiones de Trump se pudieran utilizar verbatim en reversa, ya que las políticas y acciones de los Estados Unidos provocan la crisis que empujan a los campesinos hacia El Norte: en plena justicia se puede exigir que los culpables paguen las consecuencias de sus actos. Sin embargo, la realidad de las asimetrías de poder dictan que los patos no le tiran a las escopetas.

La frontera México-Estados Unidos, o México-Centroamérica, es un accidente histórico que nada tiene de natural y que no es un argumento  moralmente válido para negar el libre tránsito de gente que tiene arraigo ancestral en tierras americanas.

La probada metodología de alcohólicos anónimos ha establecido la práctica de que el primer paso para solucionar un problema es reconocer su existencia. México nunca podrá superar las contradicciones fundamentales que han inhibido su desarrollo por siglos sin antes reconocerlas plenamente.

Dice Héctor Pérez Martínez (Pérez-Martinez, 2014), en su biografía de Cuauhtémoc, que La Conquista es un hecho consumado, relevante como elemento formador de México como país mestizo: tal planteamiento supone la cauterización de heridas que todavía en el tercer mileno destilan pus. Si bien es cierto que la población mexicana es mestiza, caracterizar a México como país mestizo es una simplificación que ignora la realidad de varios Méxicos distintos y contra puestos: en una perspectiva mínima, el criollo, el mestizo, y el americano. Decía Paz en El Laberinto de la soledad (Paz, 2015):

«En nuestro territorio conviven no sólo distintas razas y lenguas, sino varios niveles históricos. Hay quienes viven antes de la historia; otros, como los otomíes, desplazados por sucesivas invasiones, al margen de ella. Y sin acudir a estos extremos, varias épocas se enfrentan, se ignoran o se entre devoran sobre una misma tierra o separadas apenas por unos kilómetros. Bajo un mismo cielo, con héroes, costumbres, calendarios y nociones morales diferentes, viven "católicos de Pedro el Ermitaño y jacobinos de la Era Terciaria". Las épocas viejas nunca desaparecen completamente y todas las heridas, aun las más antiguas, manan sangre todavía. A veces, como las pirámides precolombinas, que ocultan casi siempre otras, en una sola ciudad o en una sola alma se mezclan y superponen nociones y sensibilidades enemigas o distantes.»
Aparte de la dificultad fundamental de caracterizar las etnias de los pueblos o naciones, el termino mestizo es un término impreciso, ya que no indica el grado de mestizaje. Si nos vamos por la regla de una solo gota de sangre para perder la "pureza blanca," el termino no es útil porque el 100% de la población no es etnicamente pura. De acuerdo con el INEGI, en México, la distribución étnica varía dependiendo de la ubicación y el nivel socio económico: el 61% de la población es mestiza, El 28% esta compuestos por etnias nativas de México, y un 10% son europeos, árabes, asiáticos, etc. Me imagino que la situación debe ser similar en otros países hispanoamericanos. Mexicano no es una etnia, solo una denominación política.

México, como todos los países  americanos, es nación apenas convencionalmente y resultado de accidentes históricos. Sin embargo, basta que alguien cruce la frontera para que se plante su mexicanidad por el mismo y por los otros.

La misconcepción fundamental sobre México es que es un país homogéneo. Este es un punto que confunde a los mismos mexicanos: México es un país heterogéneo cuya imagen nacional se ha forjado mediáticamente. Las imágenes prototípicas de México son las del cine y televisión: Un país charro; el país amigo; el hogar de narcotraficantes. Recientemente la imagen es la de un lugar sumido en la violencia. Como todo estereotipo, los de México tienen algo de razón, pero ningún lugar real es una caricatura.

El nacionalismo mexicano surge realmente después de la revolución de principios del siglo XX. Anteriormente, la conciencia de una nacionalidad mexicana se daba solo a nivel de la clase intelectual, pero no existía verdaderamente a nivel popular. Esto es una de las razones por la cual Estados Unidos pudo apropiar territorio técnicamente mexicano con mucha facilidad.

En las clases de historia, o en las series de televisión, la conquista de México es un evento entre mexicanos y españoles, cuando el México actual es, por lo menos en parte, Español. Uno de mis hermanos vivió en España y en una ocasión, un gachupin le comento:Mis abuelos conquistaron México. A lo que respondió mi hermano: No, mis abuelos conquistaron México, los tuyos se quedaron aquí.

 Lo “indio” para el mexicano tiene una connotación negativa, y se usa “indio, india” constantemente para ofender. Algunos mexicanos se burlan y niegan el arquetipo de “la indita ignorante” o del “Peladito”, a otros les molesta sobremanera esa manera de presentarnos ante el mundo. Un caso ilustrativo es Yalitza Aparicio, a quien la BBC describe no como la actriz mexicana, sino como la indígena que protagonizó la película por casualidad y ahora es candidata a mejor actriz en los premios de Hollywood.

México como país, en términos del PIB, no es un país pobre, pero la distribución de la riqueza es muy desigual, y aunque existe una clase media con un nivel de vida equiparable al de países desarrollados, existe en medio de una gran pobreza de la mayoría de la población. Por ejemplo, gente de clase media presume a los extranjeros la disponibilidad de servicios domésticos, sirvientas y jardineros, de bajo costo.

Hay un desempate entre el México que se muestra en la televisión mexicana y la realidad. El México televisivo es un México blanco, moderno, de clase media. Este México existe en realidad, como islotes de prosperidad, en un mar de miseria.

Yo nací y fui criado en Monterrey, Nuevo León. Mis raíces familiares en Nuevo León, el Nuevo León histórico que comprende lo que hoy en día es Texas, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, se remontan por lo seguro a por lo menos cuatro generaciones. Por mis venas corre sangre americana, así que puedo afirmar con contundencia que soy un mexicano con raíces americanas milenarias. Por otro lado tengo ancestros sefarditas, portugueses, alemanes, e ingleses. Sin embargo, mi conocimiento de las culturas y las lenguas maternas es nulo, culturalmente tengo muy poco que ver con la América precolombina. Sé algunos hechos aislados sobre los mexicas y la conquista, y prácticamente nada sobre las tribus americanas del norte que fueron exterminadas por mis abuelos. El carácter de la cultura neolonesa tradicional es eminentemente sefardita: palabras como huerco, comidas como el cabrito y las tortillas de harina, gusto por limones e higos, el acordeón, la circuncisión.

Los sefarditas llegaron a nuestras montañas y desiertos en busca de la libertad religiosa. Vinimos en busca de la tierra prometida. Nuestros orígenes judíos han sido olvidados en la conciencia popular: porque manifestar abiertamente el judaísmo significaba en los tiempos coloniales ser quemado vivo o ahorcado por la Inquisición, cuanto mayor el rango, mayor el riesgo. Con el tiempo, practicar el judaísmo implicaba ser excluido por parientes y vecinos, que se habían convertido en fervientes católicos.

Entiendo porque rusos y neoyorquinos claman con vehemencia que Palestina les pertenece. El pillaje, cuando la escala es lo suficientemente grande, se convierte en botín de guerra, y patrimonio legítimo de la Nación y el Pueblo. Los hechos son los hechos e Israel existe.

La cultura sefardita tradicional se ha venido diluyendo bajo el embate de la migración continua. Ya muy poco gente en Monterrey es de raíces norteñas. La cultura tradicional ha sido substituida por un paquete mediático de carne asada, cerveza,y fútbol como marcador de identidad. A la población regia se le ha dividido en dos grupos de acuerdo al equipo de fútbol que cada cual ve regularmente en la tele, o ocasionalmente en el estadio. En una ocasión estaba en el taller esperando que me entregaran mi carro, cuando el vecino, con animo de socializar, me comenta que la semifinal iba a estar muy buena. Al notar un dejo de extrañeza en mi rostro, me aclara que “la semifinal” se refería al “americano,” y como concesión amigable me dice: «ah, es que a ti te gusta el fútbol ¿verdad?» Le digo que en realidad no sigo los torneos deportivos e insiste: «¿es que ves el béisbol?» Le digo que no, y como último intento me comenta que las ofertas del buen fin van a estar muy buenas. Cuando le pregunto que cuando era el “buen fin,” la conversación termina. No me sentí para nada “superior” o “intelectual,” más bien añoroso de cuando me dejaba interesar en esos eventos.

Soy egresado de la universidad estatal, y por lo tanto, tigre autentico, universitario. Se pude objetar que mi condición felina es un accidente social, histórico, y geográfico, pero es una realidad incontrovertible que me da derecho a reclamar el epíteto con propiedad. La expresión alere flammam veritatis es parte de mi acervo moral. Aunque no ando comprando ni camisetas, ni boletos sobre costeados para eventos publicitarios, tampoco me siento superior a los conformes que compran el paquete. Cada uno que llene sus vacíos a su gusto y competencia.

Admiro a autores como Eduardo Galeano, Juan Villoro, o, el mismo Carlos Monsiváis, que tratan del fútbol como tema relevante y estético. Como dice Monsiváis, si me da envidia de los que se involucran, pero lo que no se aprende de niño, ya de grande no se domina. Sin embargo, la tendencia es que los elementos orgánicos de la cultura popular se van perdiendo y quedan solo las marcas, los iconos. Forma sin contenido. A partir de la Segunda Guerra Mundial el fútbol creció como fenómeno de masas porque los equipos sublimaban las identidades tribales del barrio y la nación. En el Monterrey de los 50s, 60s, y 70s, los aficionados al fútbol, todos, jugaban en el equipo de su barrio y el uniforme que se ponían era el de su equipo. Ponerse el uniforme del equipo profesional era incluso una falta de respeto.

Tengo una hija que en su vida ha visto un partido de fútbol; ni por televisión, ni mucho menos en vivo en un estadio. Un día, cuando estaba en el jardín de niños me pregunto si en la casa éramos “tigres” o “rayados.” Me sorprendió la pregunta y le propuse ir a ver un partido. La idea no me desagradaba, después de todo un padre siempre anda buscando escusas para convivir con su hija. Pero me dijo que no le interesaba en lo más mínimo. Me explico que una comisión de profesionales había visitada la escuela para promocionar sus marcas y que al día siguiente todos tenían que ir uniformados o de uno o del otro equipo, que si yo no tenia predisposición, que ella se consideraba “rayada” y que quería una camiseta para ponérsela en la escuela. Me indigno el que la escuela se prestara a tan descarada promoción comercial, pero entiendo que la afiliación forzada como parte de la identidad del regiomontano es aceptada por una mayoría tan contundente, que la excepción no es solo inconcebible, sino antisocial.

En el caso de los Tigres, debo confesar que si me deja un mal sabor de boca que la insignia universitaria sea apropiada por una empresa privada para fines meramente comerciales. En sus orígenes el Club Tigres era verdaderamente universitario, en el sentido de los jugadores era estudiantes de la UANL. Ya ni siquiera estamos en los tiempos en que los jugadores eran muchachos de la localidad. Ahora la mayoría son extranjeros, profesionales del espectáculo si ningún nexo real ni siquiera con México, ya no digamos la universidad. El uniforme actual, cuajado de referencias comerciales, nada tiene que ver con los valores de la universidad.



Mi postura ante la cultura popular no es tan nítida como la de Monsiváis, sino más bien ambigua. Yo si he estado en un estadio y si le he echado porras a la selección. Ahora me entretengo en otras cosas, pero la euforia de los éxitos asumidos por el vulgo no deja de tener su encanto. ¿Qué de veras no queda otra que aceptar todo empaquetado?, ¿hasta la pertenencia? Tal vez.

Otro baluarte de la cultura pseudoregia es la carne asada como símbolo de identidad . Es un tema relevante mundialmente, porque, mientras el consumo de carne de res es la opción menos eficiente de alimentación en términos de calidad alimenticia e impacto ambiental, al mismo tiempo este consumo se relaciona con estilo de vida y estatus social aspiracional.

En Nuevo León, los pueblos originarios fueron exterminados y substituidos por migrantes tlaxcaltecas y judíos conversos. Entonces, los origines culturales e históricos de la carne asada hay que buscarlos en esos grupos. Pero el concepto se ha desvirtuado y cambiado por otra cosa. Desde la segunda mitad del siglo veinte, la carne asada se ha promovido como marcador de identidad; el regio ranchero, ultra masculino, que se pasa el día bebiendo cerveza, comiendo carne asada, y viendo fútbol por televisión, preferentemente en el bar. Parte del éxito de este concepto es que la gran mayoría de la población actual es migrante, y toma los símbolos promovidos por los medios de comunicación como una manera fácil y practica de integrarse. En los sesentas, una carne asada era un evento especial y no se conseguían versiones callejeras de carne asada. La carne asada solo se podía consumir en las casas de los que la sabían preparar, gente con lazos familiares en la ganadería, o en restaurantes especializados donde la carne asada no era una comida rápida, más bien al contrario. La versión popular eran los tacos de bistec, cortes baratos fritos en aceite en estufas de gas. Pero debido a una fuerte y continua promoción de las cerveceras y los comercializadores de carne, la carne asada al carbón se ha vuelto un evento rutinario y extendido sobre manera.



Aunque es complicado hacer un análisis por taco consumido, el impacto agregado del consumo de carne y carbón es dramático y evidente. Es necesario identificar las dinámicas sociales y mercadológicas que fomentan este comportamiento y proponer contra medidas.


Paz, O. (2015). El laberinto de la soledad. México: Fondo de Cultura Económica.

Pérez-Martinez, H. (2014). Cuauhtémoc, vida y muerte de una cultura. México: CONACULTA.

viernes, 2 de agosto de 2019

Crónicas coloradas; Imágenes del desahucio

Con más curiosidad que esperanza, y sin mucho que abandonar, un día empaque un cambio de ropa y me fui a Colorado, sin más plan que el deseo de levantarme de entre los muertos.

Arn Lobo

Disponible en Amazon.com en formato de libro electrónico hay un pequeño panfleto sobre la indigencia en Denver, Colorado. Este libro, titulado  Crónicas coloradas; Imágenes del desahucio,  escrito por Lobo, fue concebido parte  cuentos, parte narración de viaje, parte poesía. Nos cuenta Lobo que la idea inicial del libro era de hacer una crónica de viaje a Denver, Colorado, pero la decrepitud de lugar se impuso inmediatamente como una estampa del desahucio.

A los mexicanos nos resulta natural ver gente mendigando en la calle, pero ver sombras zarrapastrosas empujando carritos de supermercado, llenos con todas sus pertenencias, por las ciudades del imperio resulta pintorescamente surrealista. 

En el albor del tercer milenio, la polarización social y la concentración de la riqueza es evidente en los Estados Unidos. Aunque en México todavía se tiene la imagen de que la pobreza a la gringa es hiperbólica, la verdad es que millones de ciudadanos del imperio no tienen garantizado el pan de cada día. 

El libro también incluye un cuento basado en una nota periodística que ocurrió en Utah. Un indigente de origen mexicano es baleado en un apartamento que allano en una gélida noche de tormenta invernal.

Se solicitan sugerencias sobre que podemos hacer, no en términos de placebos o dádivas auto-complacientes, sino en cambios profundos del orden social.