domingo, 16 de agosto de 2015

la cultura neolonesa

Nací y fui criado en Monterrey. Mis raíces familiares en Nuevo León, el Nuevo León histórico que comprende lo que hoy en día es Texas, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, se remontan por lo seguro a por lo menos cuatro generaciones. Por mis venas corre sangre americana, así que puedo afirmar con contundencia que soy un mexicano con raíces americanas milenarias. Por otro lado tengo ancestros sefarditas, portugueses, alemanes, e ingleses. Aunque mi conocimiento de las culturas y las lenguas maternas es nulo, culturalmente y étnicamente tengo muy poco que ver con la América precolombina. Sé algunos hechos aislados sobre los mexicas y la conquista, y prácticamente nada sobre las tribus americanas del norte que fueron exterminadas por mis abuelos. El carácter de la cultura neolonesa es más bien sefardita: palabras como huerco, comidas como el cabrito y las tortillas de harina, gusto por limones e higos, el acordeón, la circuncisión.

Los sefarditas llegaron a nuestras montañas y desiertos en busca de la libertad religiosa. Vinimos en busca de la tierra prometida. Nuestros orígenes judíos han sido olvidados en la conciencia popular: porque manifestar abiertamente el judaísmo significaba en los tiempos coloniales ser quemado vivo o ahorcado por la Inquisición, cuanto mayor el rango, mayor el riesgo. Con el tiempo, practicar el judaísmo implicaba ser excluido por parientes y vecinos, que se habían convertido en fervientes católicos.

Entiendo porque rusos y neoyorquinos claman con vehemencia que Palestina les pertenece. El pillaje, cuando la escala es lo suficientemente grande, se convierte en botín de guerra, y patrimonio legítimo de la Nación y el Pueblo.

Los hechos son los hechos e Israel existe. Pero Israel no tiene que ser un Estado genocida con un régimen jurídico racista e intolerante. De manera similar a como desapareció el apartheid en Sudáfrica, el régimen de Israel puede cambiar a algo más humano. Ha sucedido y podría suceder de nuevo. La alternativa es la auto-destrucción eventual del Estado judío.

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