viernes, 8 de noviembre de 2019

El Werther



Un joven enamorado de una mujer casada, cuyo amor nunca podrá alcanzar, se suicida junto a su escritorio. Es Carl Wilhelm Jerusalem, secretario de la legación de Brunswick. Su muerte conmociona a las clases altas de la sociedad alemana del siglo XVIII y muy en especial a un gran amigo suyo: Johann Wolfgang Goethe. También él es joven (tiene 23 años) y también él está enamorado de una mujer que ya está prometida a otro. Su nombre es Charlotte Buff, pero el mundo entero la conocerá por el que le va a dar el escritor y con el que pasará a la historia de la literatura: Lotte.


Goethe tenía 25 años en 1774, cuando publicó por vez primera el Werther. No deja de ser curioso el que un hombre de orden, con una entraña legalista y conservadora, figure en las historias de la literatura como adelantado del romanticismo. Poco se asemejaba su idiosincrasia a la de su ardiente personaje, un auténtico absolutista del corazón.

Un joven Goethe, desilusionado del ejercicio del derecho llega a Wetzlar proveniente de su natal Fráncfort, en 1772. Pocas semanas después de su llegada conoce a la verdadera Lotte (Charlotte Buff) en un baile, en las mismas circunstancias que Werther e intercambia correspondencia con su amigo Merck con las mismas fechas que las escritas por el personaje.

La historia de amor de la realidad tampoco tiene ningún futuro y de la misma forma en la que sucede en la novela, la joven contrae matrimonio con su prometido, Kestner, con el que Goethe entabla una sincera amistad.

La desesperación que Werther reflejada en la obra, escrita por Goethe en poco más de cuatro semanas, es solo el reflejo del calvario que vivió el autor y ha quedado plenamente documentada para la historia en la correspondencia intercambiada con el joven matrimonio y con su confidente Merck, estas últimas misivas, irremediablemente desaparecidas. El adiós definitivo de Werther guarda también una gran similitud con el de Goethe.

Hubo jóvenes que allá en el siglo XVIII se quitaron la vida trastornados por la lectura de Las penas del joven Werther. Napoleón gustaba de llevar un ejemplar de la novelita en sus campañas. Hay quien conceptuó perversa esta obra de Goethe, considerándola una incitación al suicidio, y quien, exento de inclinaciones románticas, no duda en tildarla de kitsch.

Bastante antes del desenlace de la novela, el lector comprende sin sombra de duda que a Werther lo espera una muerte violenta. El propio personaje se encarga de anunciarla en repetidas ocasiones de forma cada vez más explícita.

El suicidio de Werther no consiste, en una simple despedida brusca, interpretable más allá de su posible efecto punitivo sobre la mujer que rechazó los deseos fervientes del enamorado. Lo enterrarán sin ceremonia religiosa, fuera del camposanto, como correspondía a los suicidas, sin más honor que el de recibir sepultura en el lugar que él había elegido.

El personaje de Werther fue un modelo a copiar por la juventud, quienes se sentían rechazados e inadaptados en una sociedad totalmente racional y controladora. Se desató una horda de suicidios nunca vista en Alemania. El gusto por los paisajes rurales y la vida en el campo marcó un estilo de vida, buscado salir del mundo burgués-materialista. La vestimenta de Werther marcó la tendencia textil en ese momento: frac azul, chaleco y pantalones amarillos. Alemania adoptó los trajes ingleses, los sastres alcanzaron estatus por esta moda.

Dado que el siglo XVIII se caracteriza por la entrada del movimiento Sturm und Drang y el Romanticismo, Wether afianzó los ideales de éstos. El sentimentalismo por encima del razonamiento, queriendo destituir las ideas clasicistas, perfección en el arte, reglas sociales, la razón como filtro el intelecto, y la sociedad burguesa.

Ni el propio Goethe imaginaba que la publicación en 1774 de Las penas del joven Werther iba a provocar tanta polémica. La historia de Werther se convirtió en todo un hito de la literatura mundial y máximo exponente del Sturm und Drag alemán. La novela se convirtió en todo un bestseller para la época y uno de los libros más leídos para la juventud alemana. Esa visión endulzada y romántica de la muerte resultó en un efecto inesperado, que en un principio se denominó Fiebre de Werther, una variante del Mal del siglo. Esta especie de moda llevaba a muchos lectores a abandonarse a un sentimiento de hastío y decadencia, identificándose con los personajes enfermizos, sirviendo de base a otros movimientos como el decadentismo. Ese vacío existencial derivó también en una crisis de creencias establecidas y de los valores más comunes de una sociedad en pleno cambio.
En el caso concreto de Werther, muchos seguidores de la novela comenzaron a vestir la misma ropa que el protagonista y a comportarse de manera parecida. El resultado más conocido de esta imitación resultó en una ola de suicidios, se cuenta que unos cuarenta, que llevó a las autoridades a preocuparse acerca de la difusión de la obra de Goethe. En Italia, Alemania y Dinamarca, esta novela fue prohibida durante varios años.

El suicidio de Werther uno de los aspectos que se reproducen de la realidad con mayor fidelidad, por supuesto no se trata de la muerte de Goethe, pero sí la de su amigo Jerusalén que se quitó la vida por las mismas motivaciones y en las mismas condiciones que el personaje. Goethe liberado en buena medida de sus ‘tribulaciones’ pudo mantener una relación de amistad con la pareja, alimentada por el intercambio regular de correspondencia.

El efecto Werther toma su nombre de la novela Las penas del joven Werther de Johann Wolfgang von Goethe, publicada en 1774. En la novela, el protagonista sufre por amor hasta tal punto que acaba por quitarse la vida. Fue una novela muy popular entre los jóvenes de la época, muchos de ellos llegaron incluso a suicidarse de formas que parecían imitar la del protagonista. De hecho, las autoridades de Italia, Alemania y Dinamarca llegaron a prohibir la novela. El término lo instauró el sociólogo David Phillips en 1974. Philips elaboró un estudio entre 1947 y 1968 que demostró que el número de suicidios se incrementaba en todo Estados Unidos al mes siguiente de que el New York Times publicara en portada alguna noticia relacionada con un suicidio.







miércoles, 6 de noviembre de 2019

La colonia mormona LeBarón


La colonia mormona LeBarón, ubicada en el noreste de Chihuahua, fue fundada en 1924, pero ha cobrado mayor relevancia desde 2009, debido a diversos hechos violentos que han afectado a sus integrantes, el más reciente de ellos el asesinato de tres mujeres y seis menores de edad, el pasado 4 de noviembre de 2019.

La llegada de los primeros mormones a México ocurrió en 1847, cuando varios misioneros fueron enviados desde Estados Unidos para establecer algunas colonias en el país, por mandato de Brigham Young, entonces presidente de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días.

De acuerdo con el artículo “La diáspora de los mormones fundamentalistas: Colonia LeBarón, Chihuahua”, publicado en la Revista Electrónica Científica de Investigación Educativa, en 1885 se asentaron los primeros mormones en Chihuahua y Sonora en nueve colonias; a una de ellas, la Colonia Juárez, llegaron buscando refugio Benjamín F. Johnson y su sobrino nieto Alma Dayer LeBarón.

En mayo del 2009 fue secuestrado Eric LeBarón y sus captores exigieron un millón de dólares, hecho que provocó protestas que finalmente resultaron en la liberación del joven sin pago de por medio.

“Ese día se juntó la comunidad y platicando determinaron que todos estábamos en riesgo, que si pagábamos iban a venir por otros. Así que optaron por acudir al gobierno e hicieron manifestaciones en Chihuahua con la esperanza de que saliera vivo. Y sí apareció”, contó en 2011 Ariel Ray, expresidente municipal de Galeana, a la reportera Marcela Turati para un reportaje publicado en la revista Proceso.

Dos meses después, el 7 de julio de 2009, hombres armados asesinaron a Benjamín LeBarón, hermano de Eric y uno de los líderes de la Colonia. Benjamín fue asesinado en su casa junto con su cuñado, Luis Whitman. Un posible móvil del asesinato fue la labor de denuncia que hizo Benjamín sobre los grupos criminales de la región, pero la entonces procuradora general de Justicia de Chihuahua, Patricia González Rodríguez, afirmó que el homicidio fue una venganza de otra familia mormona.

De acuerdo con la procuradora de Chihuahua, Carlos Butchereit, detenido en noviembre de 2009, fue el autor del crimen y aunque estaba al servicio de La Línea, brazo armado del Cártel de Juárez, asesinó a Benjamín por motivos personales; ambos habían sido socios comerciales en Estados Unidos y el padre de Benjamín había denunciado a Carlos y otro miembro de la familia Butchereit por amenazas, dijo González Rodríguez a La Jornada en diciembre de 2009.

Julián LeBarón, hermano de Eric y Benjamín, fue uno de los fundadores del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, encabezado por el poeta Javier Sicilia. Sobre su incorporación al Movimiento, la historiadora Lizette Jacinto escribió lo siguiente en la revista iMex: “Julián LeBarón es un caso reconocido, este mormón oriundo de Chihuahua, en donde vive en el municipio de Galeana, decidió unirse a la Caravana del Consuelo, por la misma razón que muchos otros miles lo hicieron: por la falta de justicia. A LeBarón le mataron a su hermano Benjamín -quien era un activista social y en su lucha en pro de los Derechos Humanos denunció las redes de secuestradores que operaban en la zona–, así y a pesar de que es evidente el peligro que puede representar convertirse en un personaje público, –pues ha recibido amenazas de muerte-, LeBarón afirma que del sufrimiento surge la nobleza, y que es tiempo de brindarle a México la esperanza que necesita para salir de tanta violencia y dolor. Es él quien ha ido cargando en las marchas la bandera mexicana“.




La familia LeBarón, compuesta por más de 5 mil integrantes, están dispuestos a buscar, ellos mismos, a los responsables de la masacre de nueve de sus miembros, para llevarlos ante la justicia y conocer qué autoridades los protegen.

Así lo expresó Julián LeBarón, familiar de las víctimas y líder de la comunidad mormona afincada en Chihuahua, en entrevista para Aristegui en Vivo: “Todos estamos de acuerdo en que nosotros tenemos que saber quién lo hizo, y si necesitamos pedirle ayuda a Estados Unidos o a quién sea, nosotros vamos a dar con quienes fueron y por qué lo hicieron”.
Al igual que muchos de los miembros de la familia LeBarón, las nueve víctimas tenían la ciudadanía mexicana y estadounidense, explicó Julián, quien conformó en 2009 una guardia comunitaria armada para defender a su comunidad del crimen organizado.

“Nosotros tenemos doble nacionalidad, pero somos mexicanos, aquí nacimos, pero creemos que la libertad nos la da dios, no nos la da el gobierno, y tenemos todo el derecho de defenderla, tenemos la obligación de defenderla”.

Julián LeBarón consideró que lo que sucedió a sus familiares es parte del riesgo que corren todos los mexicanos en los caminos y carreteras del país.

“Hasta cierto punto, todos hemos sido cómplices, porque tenemos al gobierno más grande y más caro de toda la historia que es incapaz de darle seguridad a los mexicanos”.






Como ideología, y como fenómeno histórico, el mormonismo se constituye en una comunidad cerrada que asume plenamente la responsabilidad y el derecho de la autodefensa, siendo la autodeterminación su valor supremo. En las palabras de Julián LeBarón:

“Nosotros tenemos doble nacionalidad, pero somos mexicanos, aquí nacimos, pero creemos que la libertad nos la da Dios, no nos la da el gobierno, y tenemos todo el derecho de defenderla, tenemos la obligación de defenderla”, expresó.
De acuerdo con la mitología mormona hubo incluso una guerra celestial sobre el tema de la autodeterminación. El conflicto enfrentó a quienes querían que las personas conservaran la capacidad de tomar decisiones (agencia), buenas o malas, contra quienes querían obligar a las personas a tomar buenas decisiones. La agencia venció a la fuerza. Debido a ese conflicto inicial, las personas nacen con la agencia intacta y con la libertad de tomar decisiones aquí en la tierra. Según las enseñanzas del mormonismo, algunos gobiernos protegen esta libertad, otros no. Cuando no lo hacen, o cuando los gobiernos intentan quitarles esta libertad a los ciudadanos; entonces, a veces, los conflictos armados son necesarios, ya sea por los ciudadanos o en su nombre.


La familia LeBarón sufrió un ataque mientras algunos de sus miembros se trasladaban en caravana del municipio de Bavispe, en Sonora, hacia al rancho La Mora, en el municipio menonita de Galeana, en Chihuahua. De las nueve víctimas, tres eran mujeres adultas, y seis eran menores.
En entrevista con Aristegui Noticias, Julián LeBarón sostuvo que los gobiernos de Sonora y Chihuahua no atendieron los llamados de emergencia tras el atentado.


A continuación, la carta completa de Javier Sicilia a Julián LeBarón:
Julián querido, mi hermano, mi amigo, mi compañero:
No se qué decir frente al horror que diez años después del asesinato de tu hermano Benjamín y de tu cuñado Luis Widmar ha caído de nuevo sobre la familia Le Barón. Lo dimensión del crimen –otro más que se suma a la larga cadena de horrores que no cesa de sufrir el país—hace fracasar el lenguaje. Frente a ello no tengo otra palabra que mi abrazo profundo, doloroso.
En ese abrazo recuerdo el mes de marzo de 2011 en que llegaste al zócalo de Cuernavaca para abrazarme, como yo lo hago ahora con mi corazón desde este mismo estado en el que día con día domina la ineptitud y el crimen; recuerdo la hermosa carta que escribiste a mi hijo Juan Francisco, la dignidad con la que tomaste tu sitio en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) y llevaste la bandera de México exigiendo paz y justicia. Recuerdo tu palabra directa, profunda, humana, en cada ciudad visitada, en cada templete levantado; recuerdo tu manera de enfrentar al poder criminal y político y recordarle, a este último, verdades fundamentales que habían olvidado y continúan olvidando.
En ese entonces, Julián querido, pensábamos que podíamos detener el horror. No fue así: el poder, con otros rostros, con otros nombres, con otras maneras, continúa mintiendo, encubriendo la realidad, consintiendo la barbarie que, como lo dijimos entonces, está enquistada en el Estado como un repugnante lodo.
La espantosa masacre que la comunidad de los Le Barón acaba de sufrir, me hace preguntarme, ¿si no es tiempo de que el pueblo de México –del que tanto habla ahora el actual Presidente—vuelva a congregarse para sentar al poder, no a exigirle, sino a obligarlo a realizar una verdadera política de verdad, justicia y paz, por la que tú y tantos otros hemos luchado sin descanso, una política con la que Andrés Manuel se comprometió, que a lo largo de un año de mandato traicionó y que se mide con centenas de miles de muertos, desaparecidos, de las que las mujeres y los niños asesinados de tu comunidad son la nueva punta del iceberg? ¿O a qué nivel de espanto y de horror tenemos que descender para que este país, este pueblo vuelva a reaccionar? ¿Tienes tú y la comunidad de los Le Barón la palabra para convocar a la reserva moral del país, esa palabra que hace 25 años tuvo el zapatismo y hace 9 años el MPJD?
No lo sé. En todo caso, mientras te abrazo dolorosamente, no dejo preguntarme, de preguntarte y de preguntarle a todos si, después de tanto dolor, después de tantos niños, mujeres, hombres y ancianos asesinados y desaparecidos; si después de tanta rabia acumulada, después de tanto decir “¡Ya basta!”, de tanto exigir “No más sangre”, de tanto “Estar hasta la madres”, si no es ya tiempo de poner un verdadero alto a tanto dolor, a tanta muerte, a tanta humillación, a tanta mentira; si no es ya tiempo de que en el sufrimiento palpite de nuevo el corazón y la tierra pueda florecer; tiempo de que sea tiempo.
No lo sé. Lo que si sé es que en este abrazo y mis preguntas, te digo lo mucho que te quiero, lo mucho que me duelen tus mujeres y niños, lo mucho que te llevo ya conmigo, compañero del alma, compañero.
Por el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad
Javier Sicilia




Julián LeBarón fue uno de los primeros en llegar al sitio del ataque, un camino de terracería en la sierra de Chihuahua, en los límites con el Estado de Sonora. Fue ahí que encontró sin vida a sus primas Donna, Ronhita y Cristina, y a seis sobrinos, uno de ellos era un bebé de apenas un año de nacido.

Dijo que todos viajaban en tres camionetas, pero la primera en ser atacada a balazos fue en la que se trasladaba Ronhita y sus cuatro hijos. Cuando llegó vio que el vehículo se había incendiado y que todos sus tripulantes se habían calcinado.

Las otras dos camionetas, que se aproximaron cuando vieron el incendio, también fueron atacadas. Uno de sus sobrinos, que presenció el ataque, dijo que Cristina se bajó del carro cuando vio a sus agresores, “levantó los brazos señalando que es mujer y que venía con su familia, pero le dispararon casi a quemarropa en el pecho”.

“Lo hicieron con mucha saña, yo no sé cuales serían sus intenciones. Nadie podemos entender quién embosca en dos incidentes separados a mujeres y niños”.

Seis de los niños lograron sobrevivir del ataque, entre ellos una bebé que permaneció sentada en la silla infantil de su vehículo por más de ocho horas, con el resto de los miembros de su familia asesinados.

Los niños que salieron huyendo caminaron 15 kilómetros, algunos cargando a sus hermanos pequeños, hasta llegar al rancho de sus familiares. “Es heroico lo que hicieron esos niños”, dijo Julián.

Otro de los menores resultó herido de gravedad en el ataque, y fue trasladado en un helicóptero de la Guardia Nacional a un hospital en la ciudad de Phoenix, en Estados Unidos, para recibir tratamientos médicos.




Luego de que Donald Trump ofreciera apoyo para esclarecer el asesinato de nueve integrantes de la familia LeBarón, Álex LeBarón dijo al presidente de Estados Unidos que si quiere ayudar, se enfoque en reducir el consumo de drogas y el tráfico de armas a México. En otro mensaje aseguró que “este es el momento para que México, con la ayuda de Estados Unidos, libere la GUERRA a los cárteles de la droga y los borre de la faz de la tierra. ¡Simplemente esperamos una llamada de su gran nuevo presidente!”.


A este último mensaje fue al que Álex LeBarón respondió también a través de su cuenta de Twitter.
“¿Quiere ayudar? Concéntrese en reducir el consumo de drogas en los EE. UU. ¿Desea ayudar un poco más? Evite que los vacíos legales de la ATF (Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos) y la Ley de Armas inyecten sistemáticamente armas de asalto de alto poder a México ... Por favor, ayude”, escribió.





LeBarón se retiró del Movimiento y durante casi una década se concentró en su comunidad. Pero en varios momentos denunció amenazas y agresiones de narcotraficantes. De hecho antes de la masacre habían recibido varias advertencias. "Nada que nos indicara que iban a matar a mujeres y niños. Es algo inimaginable", cuenta.

Después de la masacre en la comunidad hay un sentimiento de unidad ante la mayor tragedia que han sufrido en su historia, asegura. "Creemos que la libertad nos la da Dios y es nuestra obligación defenderla siempre". Y el primer paso es saber por qué la violencia extrema contra la familia. Los LeBarón no van a descansar hasta conocer a los responsables y saber quién los protegen.
"Vamos a buscar ayuda, si es necesario internacional o de donde venga hasta que estemos satisfechos de que se habla con la verdad", insiste.
"Esas personas no pueden operar de esa manera sin que estén solapadas por las autoridades por nuestra propia sociedad, eso tiene que cambiar".
Mientras la comunidad se prepara para el funeral de sus familiares, el gobierno mexicano desplegó soldados y elementos de la Guardia Nacional para custodiarlos. La familia tiene claro que no se dejará intimidar, ni mucho menos abandonarán sus tierras en México advierte Julián LeBarón.
"No nos vamos a ir, aquí nacimos, es nuestro país y no se lo vamos a entregar a unos delincuentes".