domingo, 26 de enero de 2014

Las frasecitas matonas del Facebook



Hay una superficialidad en cuanto a los mensajes que compartimos en las redes sociales. El problema raíz es que de necesidad son frases tomadas fuera de contexto y muchas veces su significado simplemente se pierde y queda solo una frasecita matona que suena bien, pero que ya no tiene un significado claro y especifico.  Sin embargo, más que una disonancia cognitiva, lo que hay aquí es una falta de atención a lo que se esta diciendo, o mejor dicho, es irrelevante lo que se dice, lo importante es estar en contacto con nuestro grupo virtual. Por dar algunos ejemplos, gente altamente competitiva y que educa a sus hijos en los valores de la competencia y el rendimiento, que le da like a mensajes sobre la importancia de dar preponderancia de la empatia sobre la competencia en la educación de los niños; o gente cuyo discurso es preponderantemente religioso que publica enunciados anti-religiosos; o, todavía mas curioso, gente que esta activa en Facebook 24x7 y que contesta a cualquier mensaje en segundos, que publica mensajes en contra de la tendencia general a que todos estemos enajenados en la virtualidad.

Me parece que de manera análoga a la interacción física entre individuos, donde la comunicación es 80% no verbal, en la interacción virtual, la parte textual es solo una fracción menor, a veces poco relevante. Lo importante es el tono y la continuidad del contacto con los demás.

El mundo virtual es superior al real en que permite interactuar con mas gente de manera continua y con satisfactores inmediatos y claramente definidos. Recuerdo una experiencia personal que ilustra el lado obscuro de la virtualidad. Cuando mi hija tendría unos 9 años, en al escuela participo en un proyecto grupal en el que tenia que ir a casa de un compañero para registrar en una bitácora el comportamiento de un hámster. Al terminar el proyecto mi hija empezó a insistir que quería un hámster. Yo estaba en contra pero finalmente cedí y le compre uno. Desafortunadamente para el hámster, al mismo tiempo alguien le dio a mi hija un Tamagotchi (たまごっち), una mascota virtual creada en 1996 por Aki Maita. El Tamagotchi es un aparato electrónico con la forma y el tamaño de huevo que tiene una pantalla en blanco y negro pixelada, donde se puede ver a la mascota virtual.

El caso fue, que mientras el hámster que le compre a mi hija, se la pasaba sin agua y comida, mi hija se dedicaba todo el día a cuidar virtualmente al Tamagochi, alimentándolo y dándole muestras de afecto. Un día en que quise darle agua al hámster, me encontré que ya no era mas que un trapo disecado. Claramente era mas sencillo y satisfactorio interactuar virtualmente con el Tamagotchi durante todo el día, que dedicar unos cuantos minutos diarios a limpiar la mierda y re-abastecer de agua y comida al hámster. Mientras que el hámster no daba muestra alguna de agradecimiento, o siquiera conciencia de que era atendido o desatendido, el Tamagochi proprocionaba retribución instantánea con corazoncitos y campanitas y mensajes de queja por falta de atención.

La participación en redes sociales no es lo mismo que jugar con un Tamagochi. A fin de cuentas, los usuarios o miembros son personas, con la mayoría de las cuales tenemos una relación real en nuestra vida cotidiana. Ademas, dichas redes proporcionan un canal alterno de información. En países donde los gobiernos y grupos de poder limitan o administran lo que el publico en general puede saber, ( la mayoría, pero por citar algunos: Estados Unidos, China, Irán, México), el acceso a las redes sociales es un recurso democratizador y de resistencia a abusos de poder. Por lo mismo, es importante poner atención y estar conscientes de lo que publicamos y con lo que aceptamos o promovemos.

La virtualidad es adictiva por su capacidad de proporcionar satisfactores emotivos de manera continua y patente, pero a costa de que se nos muera el hámster de manera real, definitiva, e irremediable. A la vida real no se le puede dar reset y el tiempo que le dediquemos a la virtualidad ya nunca lo podremos recobrar en la realidad. Como el vino, a la virtualidad hay que tomarla con moderación, y negar su abuso es un síntoma de adicción.

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