miércoles, 4 de septiembre de 2019

Beslán

El domingo 1 de septiembre de 2019 se cumplen 15 años de una de las peores masacres de la Rusia moderna. Ocurrió en una escuela, donde un grupo terrorista tomó a más de 1,100 personas de rehén y luchó con la policía por 3 días. Cientos terminaron muertos, la mayoría de ellos eran niños que celebraban su primer día de clase. En una solemne ceremonia, los padres y ex alumnos de la escuela se juntaron para recordar a los que fallecieron durante esos terribles días. La ceremonia conmemorativa se llevó a cabo dentro de la misma escuela, que hoy opera con normalidad.

Murieron 186 niños durante la toma del colegio. Muchos de ellos fueron atrapados dentro de los escombros cuando se cayó el techo del gimnasio, donde estaban agazapados.

La masacre de Beslán (Террористический акт в Беслане en ruso) tuvo lugar el 3 de septiembre de 2004, dos días después de que un colegio de Beslán, en Osetia del Norte (Rusia), fuera tomado por terroristas musulmanes armados, supuestamente una combinación de chechenos e ingusetios, entre otros. Ese día se produjo un tiroteo entre los secuestradores y las fuerzas de seguridad rusas, dejando un saldo de 334 muertos (186 de ellos niños) y más de 700 heridos.

A las 09:30, hora local (GMT+3), del 1 de septiembre de 2004 (la mañana del primer día de las clases de otoño), un grupo islamista de unas 30 personas armadas llegó en camiones GAZelle y camiones militares GAZ-66 e irrumpió en el Colegio de Enseñanza Media Número Uno de Beslán, cuyos alumnos tienen entre 7 y 18 años. La mayoría de los atacantes llevaba pasamontañas negros y unos cuantos llevaban cinturones explosivos. Tras un tiroteo con la policía en el que murieron cinco agentes, los atacantes se apoderaron del edificio, tomando como rehenes a 1181 personas, la mayoría menores. Unos cincuenta rehenes consiguieron huir en el ataque inicial. Hubo confusión sobre el número de rehenes que había en el colegio: el gobierno sostenía que había algo más de 350, pero otras fuentes elevaban ese número a 1500. Más tarde, se oyeron varios disparos provenientes del edificio, que algunos pensaron que eran para intimidar a las fuerzas de seguridad rusas. Más tarde se reveló que los atacantes habían matado a veinte hombres adultos tomados como rehenes y habían tirado sus cuerpos fuera del edificio ese mismo día.

Al tercer día se desencadenó la tragedia, cuando por causas no determinadas explotaron dos bombas que los terroristas habían colocado en el gimnasio, donde mantenían a los rehenes. Entonces, según las autoridades, comenzó el asalto contra la escuela. Perecieron 331 rehenes, en su mayoría niños, algunos calcinados, otros alcanzados por las balas. Además, otros 728 resultaron heridos.

Un trabajador del Ministerio de Situaciones de Emergencia, dijo que el tiroteo empezó antes de que su camión llegara al punto de recogida. No pudo identificar si el tiroteo lo iniciaron los padres armados de los rehenes o los secuestradores. Los periodistas y el trabajador oyeron crecer el estruendo de las armas automáticas antes de que se produjeran las explosiones. Ruslán Áushev, un negociador clave durante el asedio, explicó al diario Nóvaya Gazeta que un secuestrador provocó accidentalmente una primera explosión al tropezar con un cable; como consecuencia, civiles armados, algunos de ellos al parecer padres de los rehenes, empezaron a disparar; el tiroteo hizo creer a los secuestradores que el colegio iba a ser asaltado, a pesar de las garantías dadas por los negociadores de lo contrario; entonces supuestamente anunciaron «De acuerdo, se acabó, llegó la hora de hacer estallar las bombas», lo que tuvo como consecuencia que se diera la orden de asaltar el edificio.

Parece ser que en ese momento, las fuerzas especiales rusas activaron su plan de acción inmediato de asaltar el colegio para rescatar a los que quedaron en el interior. Estalló una batalla caótica mientras las fuerzas especiales intentaban entrar en la escuela al tiempo que protegían la huida de los rehenes. La contundencia de la intervención fue enorme; además de las fuerzas especiales, también participó el ejército regular y tropas del Ministerio de Interior, así como helicópteros de combate (varios Mil Mi-24 y Mil Mi-8) y, por lo menos, un tanque.13 Muchos civiles también se unieron a la batalla portando sus propias armas. Parece muy probable que algunos de los muertos lo fueran a causa del denominado fuego amigo. Los secuestradores provocaron más explosiones, destruyendo totalmente el gimnasio e incendiando buena parte del edificio, mientras los comandos de las fuerzas especiales perforaban las paredes para permitir la huida a los rehenes. Aproximadamente a las 15:00, dos horas después de que se iniciara el asalto, las tropas rusas declararon que tenían bajo control casi todo el colegio. Sin embargo, la lucha seguía y tres terroristas fueron localizados en el sótano con varios rehenes.16 Fueron abatidos aunque antes asesinaron a los rehenes.

Nurpashá Kuláyev
, miembro del grupo separatista que  tomó la Escuela Número Uno de la ciudad norosetia de Beslán, fue declarado culpable de todos los cargos que se le imputaron -ocho artículos del Código Penal- y sentenciado a cadena perpetua. Kuláyev, el único de los 32 miembros del comando que fue capturado vivo, se había declarado inocente argumentando que fue obligado a unirse al grupo terrorista que en la mañana del primero de septiembre de 2004 interrumpió a tiros la fiesta de comienzo del curso escolar y se atrincheró en el mejor colegio de Beslán con más de 1.000 rehenes. Una vez dictada la sentencia, algunos niños y madres de las víctimas trataron de atacar a Kuláyev, que fue protegido por la policía.

Gran parte de los sobrevivientes no creen a las autoridades, que, por boca de la fiscalía, afirman que no se cometieron errores durante la liberación de los rehenes. Como ha señalado Ela Kezáyeva, dirigente de La Voz de Beslán, "el fiscal no ha llegado hasta la verdad porque lo único que les preocupa es ocultar los crímenes de los servicios secretos". Para ella y muchos otros, no sólo los terroristas son culpables, sino que "también lo es el Servicio Federal de Seguridad".
La falta de confianza en las autoridades se debe, entre otras cosas, a que han mentido. Así, negaban que hubieran empleado tanques y lanzallamas durante el asalto a la escuela. Pero después, ante las pruebas recogidas por las comisiones de investigación, aseguran que lo hicieron cuando ya no había rehenes en el colegio. Y son muchos los que ponen en duda esta versión. En vísperas de la sentencia a Kuláyev, un especialista que testificó ante la comisión parlamentaria rusa llegó a la conclusión contraria. El diputado Yuri Savéliev, experto en física de combustión y explosiones, afirma que las fuerzas federales utilizaron los lanzallamas cuando en el colegio todavía había rehenes. Savéliev, al igual que los legisladores norosetios, no descarta que las explosiones ocurridas en el gimnasio pudieron haber sido motivadas por las acciones de las fuerzas especiales.



Aunque quedan muchas preguntas sin responder el gobierno ruso ha rechazado realizar una investigación sobre los eventos ocurridos en Beslán. 15 años después de esta masacre, muchos se quejan que nunca hubo una investigación oficial. En el 2017, la Corte Europea de Derechos Humanos (CEDH) condenó a Moscú a pagar 3 millones de euros por los "fallos graves" cometidos durante la toma de rehenes. La sentencia constataba violaciones por la inacción en materia de seguridad, a pesar de conocer la amenaza; por las deficiencias graves en la investigación; por no minimizar riesgos en el salvamento y por la fuerza letal usada por las fuerzas de seguridad, que ocasionó víctimas adicionales entre los secuestrados. Según el fallo de la Corte europea, las autoridades rusas "disponían de suficiente información precisa sobre un proyecto de ataque terrorista en la región, ligado al inicio del curso escolar".

Vladimir Putin, quien ya era el presidente, usó la tragedia como una excusa para consolidar su poder. Pocos meses después de la masacre, se realizó a una serie de reformas del gobierno federal que centralizaron el poder en el Kremlin y fortalecieron los poderes del Presidente de Rusia.




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